- Aylen
- ¿Qué?- dije confundida.
- Hola Berta
- ¿Sabes mi nombre?
- Todo este pueblo te conoce pero no por tus mejores cualidades.
- ¿Qué has querido decir con eso? - dije con cierto enfado. El chico que tenía en frente era realmente misterioso. Su piel era pálida y sus ojos demasiado oscuros para resultar llamativos. Pero era todo ese misterio que lo envolvía lo que le hacía atractivo. El joven no la miraba, su mirada estaba fija en la salida.
- ¿Te apetece ir a dar un paseo? - dijo por fin el chico.
Berta asintió y se dirigió hacia la puerta.
-¡Chicas¡ Gonzalo me ha escrito
- ¿Qué pasa Lidia?
- Me ha escrito Gonzalo, quiere que seamos amigos - explicaba Lidia
- "Amigos" - dijo Mireia riendo
- ¿puede funcionar eso de ser amiga de tu exnovio?
- Nuestra relación no era de novios enamorados, creo que puede funcionar.
- El problema es, ¿tu no estás enamorada de él? -dije confusa
- Me gusta, puedo conformarme con ser amigos.
- No es por interrumpir esta bonita charla pero, ¿dónde esta Berta? La toca jugar. -decía Mireia
- ¡Me pido hacerlo por ella! - chillaba Sofía con la mano en el aire, como si levantara la mano en clase para decir algo.
- Venga, vamos Sofia, dale su único pleno - decía Ana divertida
Sofia coge una bola y después de estar varios segundos pensando su estrategia, lanza la bola. La pobre Sofia solo consiguió tirar dos bolos.
- ¡Odio este juego!
- Eso es porque es el único deporte que se te da mal - reía divertida Mireia
- ¡Anda calla!
- Bueno, ¿cuándo nos vamos a liar? -preguntó Berta
- Que te traten como una prostituta no significa que te tengas que comportar como tal - dijo el chico misterioso
- ¿Me acabas de...- Berta se interrumpió haciendo un sonido de enfado. Se levantó del suelo y se alejó furiosa.
La joven se paró un momento para respirar hondo y no chillar. Entonces el chico se puso enfrente suya impidiendola entrar a la bolera.
- ¡Apártate!
- Siento haberlo dicho de esa manera, no era mi intención ofenderte, es solo que...- Berta la interrumpió, dejando claro su falta de intereses.
- Me importa una mierda lo que quieras decir, no quiero disculpas. Lo que quiero es entrar ahí y no volverte a ver en mi vida.
- Espera, es que se que no eres así, que todo es una fachada y quiero conocerte...
Berta le empujo fuertemente y entró a la bolera.
Berta entró a la bolera y las chicas sabían que algo malo pasaba.
- ¿Qué ha pasado Berta?- preguntó Ana preocupada
- Un tío sin nombre me acaba de llamar puta a la cara.
- ¿Qué coño? - dijo Lidia enfadada
- Dime quien es que le voy a partir la cara - dijo Sofia llena de ira. Parecía muy dispuesta a enfrentarse a él.
- Déjalo Sofia, vamos a casa.
- No, dímelo. Tu dímelo.
- He dicho que no. Vamonos. Ya.
- Esta bien - decía Sofía resignada.
Después de acercarse a casa de Berta, las chicas se sentaron en el suelo.
- Chicas, lo que ha pasado hoy es por... ¿por algo que ha pasado antes? No entiendo esta reacción. - preguntó Ana en busca de respuestas.
Sofia miró a Berta.
- Estábamos en una fiesta el año pasado- dijo Berta. - Estaba bailando con Sofia y más chicos. Vosotras no estabais no se porque. Entonces alguien hizo algo en el jardín que llamó la atención de todos. Yo cansada y sola en la habitación, me fui a tomar un poco de agua. Un chico apareció de la nada y me empezó a agarrar. Me dijo: "Chica estás buenísima". Quería que nos liáramos. Yo le alejé de mi, le dije que me dejara. Él se enfadó y empezó a insultarme. "Eres una zorra, te lías con todos y cuando yo quiero, ¿no lo haces?". Me empujo contra la pared, no podía moverme. Entonces vino Sofia y empezó a pegarle. Fue una experiencia horrible chicas. - Berta decía sollozando.
A Ana le partió el corazón que alguien pudiera hacerle eso a Berta. Yo abracé a Berta con mucha fuerza, intentando curar el dañó que ese imbécil le hizo.
- ¿Quieres que vayamos a tu casa? - dijo Mireia
- No, estoy bien. Quiero estar sola - contestó Berta.
Aceptamos y nos despedimos con muchos abrazos.
Una vez en su casa, Berta intentó distraerse de lo ocurrido esa tarde. Pensó en ese desconocido que trabaja en la obra. Quería saber más de él. Solo se le ocurrió una forma de conseguir información sobre él. La joven de cabello claro resopló y se sacudió sobre su cama. Estaba indecisa. Entonces, de un salto, de levantó de la cama y salió de la habitación velozmente. Berta llegó a su salón donde estaba su padre leyendo el periódico diario que llevaba un atractivo repartidor del correo.
- Papa, tengo una pregunta.
- Si, Berta. ¿Que quieres saber?
Se paró en medio de la estancia e insegura jugaba con su tranza.
- Vale, - dudó un segundo - me preguntaba si sabías si uno de los obreros que están trabajando ahí fuera es joven.
- ¿A qué te refieres con joven?
- Pues, que si hay algún chico con veinti pocos años.
- Tendría que comprobarlo. Pero, ¿ a qué se debe esta pregunta?
- Nada, papa. Simplemente me sorprende ver a obreros tan jóvenes por los andamios. No es nada.
Volvió a su cuarto más tranquila por contárselo a su padre. "No ha ido tan mal" pensó Berta mientras subía las largas escaleras.
- ¿Qué?- dije confundida.
- Hola Berta
- ¿Sabes mi nombre?
- Todo este pueblo te conoce pero no por tus mejores cualidades.
- ¿Qué has querido decir con eso? - dije con cierto enfado. El chico que tenía en frente era realmente misterioso. Su piel era pálida y sus ojos demasiado oscuros para resultar llamativos. Pero era todo ese misterio que lo envolvía lo que le hacía atractivo. El joven no la miraba, su mirada estaba fija en la salida.
- ¿Te apetece ir a dar un paseo? - dijo por fin el chico.
Berta asintió y se dirigió hacia la puerta.
-¡Chicas¡ Gonzalo me ha escrito
- ¿Qué pasa Lidia?
- Me ha escrito Gonzalo, quiere que seamos amigos - explicaba Lidia
- "Amigos" - dijo Mireia riendo
- ¿puede funcionar eso de ser amiga de tu exnovio?
- Nuestra relación no era de novios enamorados, creo que puede funcionar.
- El problema es, ¿tu no estás enamorada de él? -dije confusa
- Me gusta, puedo conformarme con ser amigos.
- No es por interrumpir esta bonita charla pero, ¿dónde esta Berta? La toca jugar. -decía Mireia
- ¡Me pido hacerlo por ella! - chillaba Sofía con la mano en el aire, como si levantara la mano en clase para decir algo.
- Venga, vamos Sofia, dale su único pleno - decía Ana divertida
Sofia coge una bola y después de estar varios segundos pensando su estrategia, lanza la bola. La pobre Sofia solo consiguió tirar dos bolos.
- ¡Odio este juego!
- Eso es porque es el único deporte que se te da mal - reía divertida Mireia
- ¡Anda calla!
- Bueno, ¿cuándo nos vamos a liar? -preguntó Berta
- Que te traten como una prostituta no significa que te tengas que comportar como tal - dijo el chico misterioso
- ¿Me acabas de...- Berta se interrumpió haciendo un sonido de enfado. Se levantó del suelo y se alejó furiosa.
La joven se paró un momento para respirar hondo y no chillar. Entonces el chico se puso enfrente suya impidiendola entrar a la bolera.
- ¡Apártate!
- Siento haberlo dicho de esa manera, no era mi intención ofenderte, es solo que...- Berta la interrumpió, dejando claro su falta de intereses.
- Me importa una mierda lo que quieras decir, no quiero disculpas. Lo que quiero es entrar ahí y no volverte a ver en mi vida.
- Espera, es que se que no eres así, que todo es una fachada y quiero conocerte...
Berta le empujo fuertemente y entró a la bolera.
Berta entró a la bolera y las chicas sabían que algo malo pasaba.
- ¿Qué ha pasado Berta?- preguntó Ana preocupada
- Un tío sin nombre me acaba de llamar puta a la cara.
- ¿Qué coño? - dijo Lidia enfadada
- Dime quien es que le voy a partir la cara - dijo Sofia llena de ira. Parecía muy dispuesta a enfrentarse a él.
- Déjalo Sofia, vamos a casa.
- No, dímelo. Tu dímelo.
- He dicho que no. Vamonos. Ya.
- Esta bien - decía Sofía resignada.
Las chicas abrazaron a Berta y se fueron juntas. Una vez fuera, Berta vio al chico misterioso. El chico hizo ademan de acercarse a ella pero se giró y se fue alejando. Todas pensamos que era él.
- ¡Tu! ¡Capullo! No se te ocurra volver a insultarla, o hablar con ella. - Sofia se estaba acercando y acercando a él. Sofia no podía controlar su rabia. Ana sospechaba que algo la habían ocultado. Sofia empujó al chico, que se cayó al suelo sorprendido.
Su cara era familiar para Ana. Ana se acercó a él cada vez más. Era... Era.. Era... Entonces Sofia empezó a darle patadas. Nosotras fuimos corriendo a detenerla.
- ¡Para Sofia!- decía Mireia agarrando a la joven por la espalda.
Entonces los ojos del chico se cruzaron con los de Ana. Era Corti. A la chica le aparecieron un montón de imágenes en la cabeza. Vio a Corti en la camilla y gente intentado reanimarlo. Entonces vio a Berta destrozada en el suelo.
- Vamonos Sofia - dijo Berta.
Después de acercarse a casa de Berta, las chicas se sentaron en el suelo.
- Chicas, lo que ha pasado hoy es por... ¿por algo que ha pasado antes? No entiendo esta reacción. - preguntó Ana en busca de respuestas.
Sofia miró a Berta.
- Estábamos en una fiesta el año pasado- dijo Berta. - Estaba bailando con Sofia y más chicos. Vosotras no estabais no se porque. Entonces alguien hizo algo en el jardín que llamó la atención de todos. Yo cansada y sola en la habitación, me fui a tomar un poco de agua. Un chico apareció de la nada y me empezó a agarrar. Me dijo: "Chica estás buenísima". Quería que nos liáramos. Yo le alejé de mi, le dije que me dejara. Él se enfadó y empezó a insultarme. "Eres una zorra, te lías con todos y cuando yo quiero, ¿no lo haces?". Me empujo contra la pared, no podía moverme. Entonces vino Sofia y empezó a pegarle. Fue una experiencia horrible chicas. - Berta decía sollozando.
A Ana le partió el corazón que alguien pudiera hacerle eso a Berta. Yo abracé a Berta con mucha fuerza, intentando curar el dañó que ese imbécil le hizo.
- ¿Quieres que vayamos a tu casa? - dijo Mireia
- No, estoy bien. Quiero estar sola - contestó Berta.
Aceptamos y nos despedimos con muchos abrazos.
Una vez en su casa, Berta intentó distraerse de lo ocurrido esa tarde. Pensó en ese desconocido que trabaja en la obra. Quería saber más de él. Solo se le ocurrió una forma de conseguir información sobre él. La joven de cabello claro resopló y se sacudió sobre su cama. Estaba indecisa. Entonces, de un salto, de levantó de la cama y salió de la habitación velozmente. Berta llegó a su salón donde estaba su padre leyendo el periódico diario que llevaba un atractivo repartidor del correo.
- Papa, tengo una pregunta.
- Si, Berta. ¿Que quieres saber?
Se paró en medio de la estancia e insegura jugaba con su tranza.
- Vale, - dudó un segundo - me preguntaba si sabías si uno de los obreros que están trabajando ahí fuera es joven.
- ¿A qué te refieres con joven?
- Pues, que si hay algún chico con veinti pocos años.
- Tendría que comprobarlo. Pero, ¿ a qué se debe esta pregunta?
- Nada, papa. Simplemente me sorprende ver a obreros tan jóvenes por los andamios. No es nada.
Volvió a su cuarto más tranquila por contárselo a su padre. "No ha ido tan mal" pensó Berta mientras subía las largas escaleras.